¡Estudia, estudia, estudia! No importa qué y no importa cómo. No importa si vas a una escuela o lo haces por tu cuenta, no importa si eres sólo oyente, no importa si obtienes el grado, no importa si lo haces por las noches o durante el día, no importa si …
No estamos hablando aquí del estudio oficialista ni del estudio productivista. Estamos hablando aquí del estudio de la vida. Y en ese sentido, cualquier otro tipo de estudio puede servir a éste, siempre y cuando no olvidemos que lo importante no es servir a ninguna institución, académica o comercial. Lo importante es saber vivir, aprender a morir dignamente, aprender a socializar y crear vínculos con lxs otrxs que vayan más allá de la funcionalista instrumentalización de las relaciones sociales.
Estudia porque nunca sabes para qué va a servir este conocimiento que estás adquiriendo. Ésa es la única manera de salirse de la lógica de la capacitación para el sistema. En tiempos en que nadie se toma la molestia de estudiar algo que no sirve para nada, entonces ese será nuestro refugio. Estudiemos para el fin del mundo. Cuando todo este sistema colapse entonces todos aquellos saberes co-dependientes del sistema servirán para un carajo. Ahí es donde surtirá efecto el estudio de la vida por sí mismo.
Por ahora la tierra del estudio es la tierra de lxs inservibles, de lxs incapacitadxs, de lxs anormales y lxs estorbos de la sociedad. El sistema exige que todo conocimiento sea usado a su favor o sea eliminado -epistemología pragmática-. Pero ése será su cáncer cuando todo el sistema se venga abajo. Nadie habrá aprendido a vivir.
Este manifiesto, aunque así parezca, no es parte de la lucha estudiantil, porque todo estudiante inscrito a cualquier escuela no es sino un servidor más del sistema, al menos en su calidad de estudiante. Por eso, más que ser estudiantes, o además de ser sólo estudiantes, hay que ser ñoñxs, leer más de lo que nos exigen las academias, ir a aplicar los conocimientos adquiridos a lugares insospechados: hacer pensamiento, no sólo practicarlo.
La educación es distinta al estudio, son las dos lados de un mismo fenómeno. Pero en el medio hay una gran brecha. La educación, como bien lo sabemos, tiene dos caras. Por un lado, puede llegar a ser una herramienta para la liberación y el desarrollo espiritual. Pero por otro lado, como bien lo han remarcado los psicoanalistas, toda educación es represión, o en el mejor de los casos, remitiéndose a la etimología de la palabra, sería una formación en el sentido de una canalización de todas las energías vitales hacia un fin. Desde esta perspectiva, ese fin está siempre determinado por la persona que educa y no por quien es educado.
Si Sócrates era tan corrosivo para la sociedad de su tiempo era porque no educaba, no enseñaba nada, sino que producía provocaciones: incitaba a la resistencia.
El estudio es algo muy diferente de la educación. El estudio puede ser emprendido por cualquier persona ajena a cualquier institución, requiere de una dedicación casi total de los impulsos concentrándolos hacia un objetivo, pero este objetivo es siempre voluntario. Etimológicamente studium refiere a empeño, afición o afán, es decir, está vinculado con una práctica pasional o por gusto, no con algo forzado. Su objeto, o mejor dicho, sus objetos de estudio, entonces, no están determinados a priori; razón por la cual el mundo, para el estudioso, le aparece como infinitamente estudiable, esto es, como pura posibilidad: El estudioso construye mundo, y con él realidad.
La escuela es una máquina de servidores del sistema, pero hay un riesgo que no es contemplado por esta institución: este riesgo es el de lxs ñoñxs. Lxs ñoñxs son una figura insólita para el sistema, ellxs adquieren todos los conocimientos escolares y los utilizan para sus propios fines. Hacen de ellos un refugio y no sólo se quedan con los conocimientos para la aplicación ortodoxa. Lxs ñoñxs, además, viven en una zona de riesgo constante. Generalmente son odiados o repudiados por sus compañeros, quienes saben de la potencia de lxs ñoñxs y justamente por esto tratan de sobajarlo. En medio de estas tensiones, lxs ñoñxs son lxs únicxs que tienen la posibilidad de crear mundos paralelos.
Hay que estudiar, sobre todo, para desaprender prejuicios; para des-sujetarnos de ataduras morales, políticas y sociales. Hay que estudiar para re-imaginarnos, para crear. Lxs ñoñxs, al poder acceder a otras formas de ver el mundo de diferentes épocas y lugares, de pronto se hacen de las herramientas suficientes para fugarse: aprender para desaprender y desaprehenderse de este régimen de realidad. El estudioso, a diferencia del estudiante, es el mayor peligro: no aprende doctrinas, las destruye. No conoce por obligación, sino por pasión.
Lxs ñoñxs se diferencian de los nerds del siglo pasado en que éstos últimos no tenían opción. Los nerds eran fracasados, perdedores, sujetos temerosos, hijos mal adaptados del patriarcado. El nerd era la figura opuesta del sujeto popular, atractivo, fuerte y mujeriego. El nerd, en su opuesto, era pasivo y dejado. Lxs ñoñxs no. El nerd era un sujeto con problemas psicológicos y asocial, pero no necesariamente un genio. Lxs ñoñxs, por su parte, no son el fracaso del patriarcado, son la consciencia activa y vigilante de los tiempos: siempre han habido.
Mientras que el nerd era un reprimido que sigue las normas y aprende los contenidos curriculares a la perfección, lxs ñoñxs están más atraídxs por la invención, la distorsión, tergiversación y apropiación de los conocimientos para la creación de nuevas posibilidades. El nerd estadounidense es adicto a la cultura del entretenimiento prefabricada especialmente como escapismo. Con el desarrollo de las tecnologías los nerds se volvieron geeks, pero, en la base, éstos últimos siguen siendo adeptos incondicionales de la cultura de consumo y obsolescencia programada. Lxs ñoñxs, en su opuesto, prefieren ir hacia el pasado generalmente. Más que estar al tanto de los nuevos descubrimientos científicos, se interesan en los saberes olvidados, las genealogías no contadas, lo que se ha relegado al ocultismo. Y con ello preparan siempre un nuevo tipo de fuga, siempre por venir.
La revolución ñoña no será televisada. No estamos hablando aquí de Big Bang Theory. No estamos hablando del nerd que siempre busca adaptación y anhela una relación heteronormada y estereotipada, enamorado de la chica bonita pero impotente a la hora del cortejo. Lxs ñoñxs, al contrario, ya han creado su propia forma de vincularse con lxs demás, son capaces de establecer vínculos con infinidad de subjetividades más allá de los roles de género, modelos de cuerpos y jerarquías de clase, raza, religión, etc. Todo ello, para quien haya estudiado un poquito, no puede sino ser visto como artificios culturales de los cuales hay que servirse para no terminar sirviendo a ellos.
La venganza de los nerds consistía en quedarse con las porristas occidentalmente bellas arrebatándoselas a los jugadores de futbol. Lxs ñoñxs, por su parte, no tienen nada de que vengarse. No actúan desde la reactividad, sino desde la acción. Están vinculadxs con todo tipo de luchas micropolíticas que no buscan intercambiar los papeles entre dominantes y dominados, sino dinamitar todo este orden de dominación en su totalidad, no por una especie de revancha contra nadie, sino para que todxs tengamos la posibilidad de experimentar nuevos modos de vida: incremento generalizado de la potencia.
Lxs ñoñxs, en última instancia, son genixs, en el sentido de que son capaces de generar concepciones del mundo inéditas, pero siempre desde la inmanencia. Jamás se creen superiores a nadie, sino al contrario, sabiéndose arrojadxs al mismo mundo que todxs, sin garantía alguna de supervivencia o conocimiento certero, aceptan el reto de cargar con la responsabilidad total conjunta e inescapable de vivir.
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