El coronavirus bien podría ser visto como la más reciente forma que la cultura pop encontró para incidir globalmente y en poco tiempo: la exportación de virus como la nueva moda que, como todas las modas, comienza a regir nuestras vidas, transformar subjetividades y dirigir comportamientos. Esta nueva moda viene a juntar muchas de las modas anteriores a la vez. En casa puedes por fin tener el tiempo de ver todos los catálogos de las grandes y pequeñas obras culturales de toda la historia de la humanidad. Así, siempre y cuando se tengan los aparatos necesarios para hacerlo por supuesto, unx puede quedarse en casa viendo televisión, películas, documentales, series, anuncios, youtubers, influencers, fotografías, ilustraciones, pinturas, comics, así como escuchando radio, podcast, música de todo tipo, leyendo novelas, noticias, chismes, opiniones, informes; o cultivándose sobre cualquier materia, sea científica o esotérica.
La gran mayoría se quedará admirando cualquier especie de producción cultural disponible en línea. Todo ello finalmente ya forma parte de la cultura popular del mundo. Como partícula de información, todo se ha vuelto pop. En el mejor de los casos, también habrá infinitxs productorxs de todo este tipo de contenidxs, tanto profesionales como amateurs, luchando por participar en esta nueva farándula cibernética. Pero, como lo sabemos, dentro de esa amplia cultura ahora a nuestro acceso, las esferas más altas son la filosofía y el arte. Por lo tanto, serán éstas a las que se recurra también en los estratos más elevados de la moda contemporánea. Ahí es donde se gestarán nuestras estrellas del futuro. Todos los recientes textos de lxs filósofxs alrededor del mundo, tanto de gran reconocimiento (Agamben, Žižek, Byung-Chul Han, Nancy, Butler, Badiou, Esposito, Preciado, entre otrxs), como de poca o nula fama [tal como éste que usted está leyendo] no son sino manifestaciones de esta gran moda. Por su parte, el último grito del arte será contagiarse voluntariamente en una forma de acción poética y/o esparcir el virus por las calles como pieza artística. De esta forma, todo quedará redondeado. La filosofía será el refugio para lxs temerosxs que se quedan encerradxs y el arte el riesgo de lxs atrevidxs que quieren vivir la vida al límite.
Por fin, después de un amplio letargo, las obras de filosofía y arte comenzarán a tener sentido, al menos. Estas dos esferas de la cultura que desde hace décadas, cuando menos, se habían querido ver como algo separado de la vida cotidiana y sin conexión con la realidad, volverán a ostentar su cualidad de prístinas. Pero advirtamos: nadie aquí está diciendo que el coronavirus no exista, que sea un invento o que sea parte de un plan malévolo o alguna conspiración secreta para dominar el mundo. Que sea el resultado de una larga historia que involucra todas relaciones internacionales, sean del tipo que sean, no quiere decir que haya estado planeada o premeditada. Lo que sí muestra es que a pesar de las innumerables problemáticas que en el planeta traen consigo la muerte de personas a nivel masivo, tales como la contaminación, la desigualdad, el racismo, otras enfermedades, etc., lo que le preocupa a la cultura no es resolver cualquiera de esas antes que el coronavirus. Lo que realmente le aqueja es que este padecimiento en particular, la hace ver frágil y desprotegida. Exhibe el absurdo sobre el que está basada toda la cultura. Por eso es que la ponemos aquí al nivel de una moda, sin quitarle ningún mérito de veracidad a la situación. Pero lo relevante de esta ola actual de la moda es que abre de nuevo la posibilidad a aquellas esferas que tienen en su base la posibilidad de poner todo en suspenso, cuestionar cualquier cosa y replantear toda la comprensión de la vida desde el princpio. Eso es algo que hay que agradecer en todo caso.
Una cosa es el coronavirus como fenómeno biológico y otra como acontecimiento político, cultural, psico-social, económico, informacional, etc. Todas éstas son diferentes caras de nuestra contemporaneidad. Todas están imbricadas unas con otras a tal grado que quizá sea totalmente imposible separarlas completamente. Pero por una cuestión de analítica existencial, vale la pena intentarlo. Si aquí escogemos el aspecto de la moda y el pop es: 1) porque ésta es en cada época la que le da sentido a la vida en el presente y a través de sus rasgos característicos será recordada en el futuro [si es que nos queda algún futuro] y 2) porque ante tanta producción de textos sobre el coronavirus [una vez más, como este mismo que está ante sus ojos] no queda más que considerar todo esto como una moda más de la cultura pop a fin de no caer en un colapso nervioso unx mismx. De cualquier manera, si no fuera el coronavirus, es probable que sería alguna otra cosa la que nos llevara al mismo estado de premura para desarrollar una integración de todas las modas que ha producido Occidente y así poder sacar provecho de ellas.
Este analisis parece un cuadro de Warhol y ese vacío no me gusta
Me gustaMe gusta