Recuerdos de la familia en tiempos de cuarentena

Tengo miedo por mi familia porque ellxs tienen que salir para trabajar para poder sobrevivir, no pueden quedarse en casa, no pueden cerrar el negocio que medianamente garantiza una entrada. Siento muy feo porque pienso en mis condiciones de vida que sí me permiten quedarme en casa sin saber en riesgo mi trabajo.

Le escribo a mi mamá y a mi papá, que tiene más de 60 años y su medio de transporte es la combi y el metro, que ya no salgan pero para ellxs es casi como si yo les dijera un sin-sentido, algo que no va a pasar.

Tenemos años viviendo frente a un canal de aguas negras en el EdoMex y pienso en cualquier discurso sobre la salud sostendría lo mucho que hemos estado expuestxs a un montón de posibles enfermedades pero así hemos tenido que vivir. Entonces pienso que esto es lo que hace que ellxs se sientan ajenxs a cualquier advertencia.

Sé que mi miedo también surge a partir de que me mudé y ahora vivo en la ciudad, donde sucede un extraño centralismo de la sensibilidad que te hace creer que lo que experimentas es lo que experimentan todxs en este país. Recuerdo que no tenía este sentimiento cuando vivía en la periferia. Y ahora tengo miedo, cuando antes, aunque lo tuviera, sentía que en el fondo no me iba a pasar nada porque la muerte estaba siempre presente (bajar de la combi en la noche, caminar hacia mi casa, cruzar el puente del canal que no tiene luz, fijarme cada diez pasos si viene alguien siguiéndome, pasar por los puestos de comida, etc.) y que un poco más de esa sensación no iba a cambiar las cosas.

Por eso comprendo la extrañeza de mi familia cuando les digo que mejor no salgan. Hay otro tipo de sensibilidad que parece se modifica con vivir un año en otro lugar.

Justo fui sacar la basura y pienso en las personas que la recogen y quienes viajan en los camiones de basura o viven en los basureros, ¿qué significa para ellxs una contingencia?

Me escribe mi mamá:

san juan nico 1

Y recuerdo que ella vivió la explosión de San Juanico en 1984. Me cuenta cómo salieron escapando entre las llamas, cómo es que casi por suerte pudieron salir de la casita de lamina en la que vivían, los animales quemados, la gente que corría quemada… sé también que desde ese entonces no confía en cualquier cosa publicada en los medios de comunicación. Cuenta que en esa ocasión mintieron sobre le número de muertxs, que los soldados no les dejaban regresar a recuperar sus pertenencias, que saquearon las casas, etc.

Quizá en estos momentos de encierro se me hace más presente recordar de dónde vengo y cuál ha sido la sensibilidad que me ha formado, no quiero olvidarla porque creo que casi no escribo sobre eso. Hace un mes hice un programa de radio sobre Indios Verdes que muestra eso que me constituye.

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Nos tocó la desconfianza por un futuro y un presente. No le creas a nadie. “No tengo tiempo de cambiar mi vida… La máquina me ha vuelto una sombra borrosa”

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