1. La vanguardia se define como aquello que muestra el camino y la forma de vida a las nuevas generaciones. La vanguardia rompe con todo lo que existe. Es creación pura. Cualquier cosa que no tenga precedentes en la cultura es vanguardia. La vanguardia destruye a la vez que construye. Cuando nace, la vanguardia también muere. Es un verdugo y una partera: da muerte y vida. El mundo del arte abre sus puertas para «vanguardia» –mas detrás de ella hay una fila larga que amenaza con no cerrar jamás la puerta–. La vanguardia parte de su pasado, pero su dinámica y espontánea configuración inaugura nuevas posibilidades, tan caducas desde su nacimiento como sinceras hasta su ocaso.
2. Una característica central de las Vanguardias reconocidas como tales es que se basan en el efecto de desprendimiento de unos cuantos personajes que se separan de su época. Kandinsky lo ilustraba muy bien cuando representaba a lxs artistas como la punta de un triángulo en movimiento a la que poco a poco la sociedad entera, representada por la parte más ancha de esta figura geométrica, iba a poder acceder. Esta separación del resto de los mortales es a la vez privilegiada y no. El sujeto vanguardista es superior en unos aspectos, goza de una supuesta vista más aguda y lejana, pero a la vez sufre por todos antes que ellos. Se sacrifica por adelantado. Es quien prueba la droga antes que nadie más. Y en ese riesgo puede morir. Lxs vanguardistas cargan con el peso de una sociedad entera y el riesgo más fuerte es que nadie le siga y se quede solx, como un individuo aislado, loco y desapercibido. Esta concepción de la vanguardia sigue vigente. Es algo que podemos rastrear desde el Renacimiento y su afán por superar al maestro. La encontramos, por supuesto, en toda la Modernidad y su búsqueda de lo nuevo, tanto en el arte como en la ciencia y los demás ámbitos de la cultura. Y la encontramos en el Romanticismo en su etapa más visceral. Las Vanguardias sólo le dieron nombre a esta tendencia más general. Ahora la encontramos en otras formas, la encontramos en la moda y los trending topics. La vanguardia no sabe de amigos ni enemigos, sino que acoge a todos en su orgía monótona y programada
3. Lo que mantiene vivo el pensamiento de vanguardia es una concepción unitaria del tiempo. De tal manera que a partir de una supuesta línea cronológica única se vuelve de pronto sencillo señalar a quienes se ubican en la punta de ésta. Así, aunque fuera de manera un tanto falsa o forzada, las Vanguardias artísticas han podido sostener hasta ahora el relato de que aquello que perteneció o fue parte de una pequeña élite a principios del siglo XX representó un cambio o una revolución mundial. Esta narración, aceptémoslo, no podría haber cobrado la fuerza que tiene si no hubiera sido por una gran maquinaria de propaganda mundial iniciada por Europa y delegada más tarde a los E.U. para instituir una concepción particular del arte y de los agentes que participan en éste. Y, sin embargo, la contracara de esta gran industria que les permitió imponerse, fue que dio paso a otras manifestaciones, fuera del mundo del arte, que tuvieron más influencia sobre la vida cotidiana y los paradigmas del pensamiento en la segunda mitad del siglo XX.
4. Para la vanguardia como concepto es importante que exista una posibilidad de acceso limitada. Las famosas internacionales, como la Primera y Segunda Internacional, o la Internacional Situacionista, por ejemplo, confiaban en que los medios de su tiempo les permitirían organizarse mundialmente. Pero sabemos que no era así. Estos movimientos abarcaban unos cuantos países y dentro de esos países a un número relativamente reducido de personas. Las vanguardias siempre pertenecieron a quienes tenían la posibilidad de enterarse de lo último o lo más reciente que sucedía en determinadas élites, aunque esa élite pudiera abarcar países enteros o comunidades bastante grandes. Después de la segunda mitad del siglo XX, el avance de los medios de comunicación hizo que todo el mundo entrara en esta dinámica. Pero aún había infinidad de condiciones limitantes, pues los medios de comunicación de los países tercermundistas no hacían más que retransmitir o imitar directamente lo que se hacía desde el primer mundo. En los países con dictaduras o con gran censura de los medios era un privilegio tener acceso a las últimas tendencias mundiales, incluso a las últimas noticias de cada día. Esto generó que la lógica de las vanguardias siguiera su marcha, pero a un nivel masivo, de muchos lugares hacia otros muchos lugares. A partir de ese momento, la institución del arte quedó desplazada por nuevos agentes de vanguardia.
5. La historia oficial del arte dice que la Vanguardia terminó con la llegada del arte contemporáneo, pero eso es porque el mundo del arte se agotó en su interior y salió al exterior. En esa lógica, habría que reconocer a los beatniks, los hippies, los punks como vanguardias, puesto que sentaron las bases de una nueva forma de concebir la obra en la segunda mitad del siglo XX. Por lo tanto, hoy no basta con suscribir la historia del arte y afirmar que la vanguardia terminó en un determinado momento; hay que ver en la subcultura de la segunda mitad del siglo XX las bases de una nueva forma de concebir la obra. Quizá las Vanguardias en el arte se acabaron en la primera mitad del siglo XX, pero su espíritu se infiltró en el pop, la música, el videoclip, el internet y los memes. En la era global, donde podemos tener acceso a todo a un sólo click, es necesario pensar de nuevo la vanguardia antes que dejarnos llevar por el impulso de declararla simplemente muerta. Es algo más complejo que eso.
6. El arte contemporáneo esta irremediablemente ligado a la filosofía y la teoría crítica porque se sabe que la obra de arte ha muerto desde la llegada del arte conceptual, que ya había comenzado desde Duchamp. A más de 100 años de la famosa Fuente, ahora podamos decir tranquilamente y sin ninguna reserva que el arte de los museos está muerto. No es que ya no haya arte en los museos, ni que deje de haber academias y profesionales del arte como los críticos, teóricos, curadores, gestores, etc. Por el contrario, justo ahora hay un auge de todo ello. Lo que quiere decir es precisamente que todos estos actores no hacen más que mantener el concepto de «arte»; la obra es lo de menos. La contemporaneidad del arte puede prescindir incluso de la materialidad. El arte quedó relegado a ser el mero concepto de sí mismo. Aquí es donde podemos ubicar el actual auge o moda del arte contemporáneo. No se trata de una moda del arte como hacer humano, sino una manifestación primaria de lo que ya en otro momento hemos llamado moda del pensamiento. El arte contemporáneo no es vanguardia, en todo caso forma parte de una vanguardia más amplia.
7. Sin embargo, en la actual “aldea global” contamos con una segmentación de tal magnitud, que al mismo tiempo también se vuelve imposible definir una sola punta de lanza. Ese privilegio que tuvieron no sólo las vanguardias, sino las modas, corrientes y subculturas de la segunda mitad del siglo XX al parecer ha sido aniquilado. La ilusión de la vanguardia se ha desvanecido y eso trae como consecuencia dos aspectos. Por un lado, conlleva una decepción generalizada que impide colocar la esperanza de revolución en ninguna manifestación de la cultura actual y termina canalizándose hacia el individualismo y el confort. Por otro lado, abre camino hacia lo completamente inesperado, hacia los confines de un mundo que ha llegado a su término. La paradoja de la vanguardia, en este sentido, es que no importa qué camino se tome, siempre es posible que éste no sea sino la próxima manifestación de la misma. El mundo actual, hoy como siempre, ha de abrirse paso ante un futuro que, de entrada, ya no existe. Pero quizá ahora, más que nunca, habrá que inventarlo. Se abre paso a lo impensable. Hoy, más que nunca, hemos de ser vanguardistas, a costa nuestra y a pesar de que sepamos que no lo vamos a ser.
1 comentario en “Nueva teoría de la vanguardia (en 7 tesis)”