El inconveniente de llamarse anarquista

La gran paradoja del anarquismo en general es que si alguien asume radicalmente el anarquismo entonces no puede ni si quiera identificarse como anarquista, pues esto supondría ya un tipo de gobernanza de sí. Por esto, los límites del anarquismo se abren a todo tipo de posibilidades que abarcan desde el anarquismo individualista de Stirner y sus malversiones de anarquismo capitalista, hasta el otro extremo de un anarquismo moralista, cooperativista, sindicalista, etc., que en algunos casos puede llegar a ser aún más severo y estricto en sus normas que el cristianismo más ortodoxo. En otra línea de pensamiento, podemos encontrar por ejemplo un anarquismo totalmente materialista, inmanentista, que se roza incluso con el marxismo o el ecologismo, pero también un anarquismo abstracto, ontológico, que se acercaría más bien al nihilismo nietzscheano o al existencialismo de la Francia de mediados del siglo XX. Hay anarquismo tecnológico, pero también uno que rechaza a toda la civilización; uno antirreligioso extremo, pero a la vez uno que retoma sabiduría sufi o zen; está el anarquismo pacífico y el que pone bombas por supuesto. En fin, casi cada persona que se dice anarquista construye su propia idea de anarquismo y jamás podemos saber si esta construcción se adapta a sus hábitos y costumbres que de hecho ya realiza o si es al contrario. En todo caso no importa. El punto es que la etiqueta de «anarquismo» se puede prestar para identificar cualquier cosa. Esto tiene por lo menos dos caras: por un lado, sirve como un modo de filiación implícita, como en una especie de clan sin sede, donde al menos de todo aquel que se dice anarquista sabemos que tendrá alguna tendencia disidente del sistema, revolucionaria o mínimamente crítica. Por otro lado, cuando uno se autoidentifica como anarquista es como si se estuviera entregando de inmediato a un imaginario falseado del anarquismo donde, al contrario de la opción anterior, nadie puede confiar en ti para absolutamente nada.

El anarquismo es un arma de dos filos. Es una apuesta total donde nunca se sabe si un anarquista es real o no. La línea entre ambas cosas es tan delgada que siempre existe la posibilidad de que alguien se haga pasar por anarquista para poder infiltrarse y desestabilizar un movimiento subterráneo, pero también existe siempre la posibilidad de que los verdaderos anarquistas estén entre los godinez (o trabajadores cognitivos), los albañiles, los comerciantes, los obreros, etc., infiltrados para desestabilizar el sistema desde dentro. Nunca se sabe, sobre todo cuando además existe la posibilidad de que alguien se disfrace de anarquista para poder realizar una verdadera acción anárquica que desestabilice no sólo al sistema sino también a aquellos que se dicen anarquistas. Todas estas y más son las potencialidades del anarquismo. Y, sin embargo, se han problematizado muy poco estas cuestiones. La mayoría de las veces se asume solamente una de todas estas caras del anarquismo, cuando, al menos en potencia, habría la posibilidad de asumirlas todas al mismo tiempo. Es decir, el anarquismo abre tanto el campo de posibilidades que puede dar lugar incluso a un anarquismo sin identificaciones, sin etiquetas, ni siquiera la de «anarquista». Vayamos más lejos y pensemos que así como la etiqueta de «anarquista» bien puede servir para justificar cualquier cosa, incluso una acción perfectamente planeada del gobierno para controlar todo tipo de las minúsculas subversiones, también podemos crear nuevos términos que sirvan como la contracara de este tipo de operaciones de apropiación del anarquismo. En otras palabras y en conclusión: aprovechemos la indeterminación del anarquismo para crear nuevos nombres y al mismo tiempo crearnos, renovarnos, con ellos. Tomemos el anarquismo como punto de partida y no de llegada. Que el inconveniente de llamarse anarquista sea un pretexto para reinventarnos a cada momento, bajo distintas denominaciones, pero también distintos cuerpos. Asumamos la paradoja del porvenir anarquista.

Categorías Anarquismo, Filias, Pensamiento

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