F@$h10n!

                             La moda prescribe el ritual por el que el fetiche de la mercancía quiere ser adorado.

                                                                         Walter Benjamin, «El París de Baudelaire»

I

Me despierto un jueves a las 7 de la mañana. Estoy programado: después de tender la cama, debo realizar mi rutina de ejercicios para evitar sentirme culpable por mi dieta regular. Normalmente acompaño mis ejercicios con un alguna playlist, pero el día de hoy decido reproducir particularmente «Fashion!», de Lady Gaga, canción la cual no me ha dejado en paz desde que la escuché. Como sea, me percato de que al buscar la canción de la neoyorquina me aparece también la homónima de David Bowie. La coincidencia me deja pensando un rato, pues no es solamente la convergencia de los títulos de las canciones lo que me resulta curioso, sino el hecho que describen y la manera en la que se encuentran atravesadas por aquel: la moda. Siendo más claro, lo intrigante de ese momento fue que la canción de Gaga -relativamente nueva- apareciera antes que la de David Bowie -mucho más antigua que su tocaya y, por ende, más famosa-. No es una usurpación cualquiera, es el ejercicio de la moda en su máximo esplendor: la devoración de lo muerto en la realización de un duelo que no asimila, sino que olvida.

II

En el siglo XIX se decía que la historia se presenta dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Ya Walter Benjamin había tratado el tema mucho antes que nosotros en su estudio sobre Baudelaire y la alegoría. Lo que aquí nos interesa del crítico alemán tiene que ver con la «inclusión de lo inorgánico en lo orgánico» (y viceversa) en el proceso de la moda, pues ésta, como lo describíamos arriba, no es sino una cita del pasado que se consume en el encuentro de la actualidad. Con las reservas pertinentes, no somos sino la consecuencia de la producción masiva que empezó a gestarse desde hace dos siglos, la cual se impuso como régimen. Actualmente no hay nada más allá de la moda. Incluso podríamos extender en concepto de «moda» a toda la historia de la humanidad. Así, todas las religiones, corrientes filosóficas, técnicas y tecnologías, costumbres, ideologías, etc., no han sido sino diferentes modas por las que ha pasado el ser humano. Quizá la humanidad es una moda también, y está a punto de ser superada totalmente. Si es así, entonces el ser humano estaba muerto desde antes de ponerse de moda. Y toda la modernidad no fue sino una gran patraña que nadie creía, pero que asumían, sobre todo los ilustrados, sólo para verse bien. Si pensamos en estos términos, la moda es nuestro único dios, que se levanta triunfante sobre todos los dioses que ya han pasado de moda.

III

La moda ha estado de moda ya desde hace mucho. Puede ser que tan sea así que ya incluso haya pasado de moda. Britney Spears dijo una vez que siempre habrá música pop porque siempre habrá adolescentes. Y justo ahora asistimos a la muerte de la música. No se trata obviamente de que se vaya a dejar de hacer música, sino de que la música ha pasado de moda. Ha dejado de ser aquello que se suponía nos iba a transformar o incluso podía llegar a salvar el planeta. No fue así. La moda, en cambio, nunca nos hizo creer que iba a salvar a nadie, y gracias a eso se ha salvado a sí misma de pasar de moda, pues se coloca en el lugar de lo único auténtico. Pero lo que sí propone la moda es que uno pueda llegar a ser lo que no es. La transformación es lo que está detrás de la moda. Pero no es una transformación moral, sino una transformación incluso antimoral, es decir, te ofrece salirte del rebaño para alcanzar un estatus más alto. Pero hay una contradicción que atraviesa a la moda y que atravesó a la música y al arte en general: que proponían al mismo tiempo unirte con la masa y separarte de ella. La moda es así también. Su contradicción inherente consiste en que si todos nos separamos, todos terminaremos siendo iguales. La moda puede ser tomada en dos sentidos: como algo que nos dirige o como algo que simplemente se da. Pero en las dos opciones terminamos en la misma paradoja: una separación que lleva finalmente a la unificación. Esta contradicción desgarrará a la moda sólo una vez que haya pasado de moda ella misma. Por ahora pareciera por ahora que eso nunca va a suceder, que no hay nada más allá de la moda. Pero por ello vale la pena recordar la lección de Britney o, para estar más en la moda, de Zaratustra: «todo es digno de perecer».

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto:
search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close