Tiranía de la imagen y la peluca de Sia

Los cuerpos se empujan y agitan contra la valla de contención; las luces les apuntan directamente a los ojos, pero su obstinación supera inclusive dicha incomodidad. Quizás no haya en el mundo ninguna fuerza que aplaque la violencia del fan salvo aquella por la que su presencia en el concierto los redime: la figura del ídolo. Sin embargo, aplacar significa aquí la unificación de todas esas voces que han de acompañar al rostro que se presenta en el escenario mientras dura su espectáculo, pues al unísono de la estrella que canta un determinado tracklist, los individuos que se juntan en el concierto se reconocen como integrantes de un legado común que se firma bajo el nombre y la imagen del artista.

Así, es la fuerza que ejerce esta imagen –la del rostro por sí y el trazo que firma junto con el nombre del artista– la que convoca y unifica a millones de individuos, pero también es esta fuerza tiránica de la imagen la que, tal vez, impide disociar al fan del legado al que pertenece. Sin embargo, ¿cabría pensar lo mismo de cantantes como Sia, quien desde 2014 desplegó todo una estrategia para divorciar su rostro de su producción artística mediante el uso de pelucas? Para empezar, las intenciones con la que la compositora australiana pensó en su ahora famosa peluca se deben a sus deseos de mantener lejos de la farándula su vida privada, los paparazzi y las demás exigencias de la vida de celebridad; en sus palabras, la peluca era “para poder salir a comprar a Target, comprar lo que quiera, ir a un restaurante y que nadie me vaya a seguir con una cámara.”[1] Sin embargo, si pensamos en los posibles extremos a los que podría conllevar tal declaración, las paralelas que Sia intenta mantener totalmente distanciadas implican una ajenidad total entre su producción artística y su firma, la del rostro y el nombre que convocan su legado, pues la Sia cotidiana sería disociada de aquella que oímos cantar. Las consecuencias de lo anterior no son menores cuando escuchar  Chandelier nos haría pensar menos en la vida personal de Sia que en la música que nos ofrece. Así, la peluca de la cantante nos daría la utopía artística: ofrecer la obra sin mediación alguna, ni siquiera la de la firma e imagen del artista.

Ahora bien, puede ser que lo que hemos llamado “tiranía de la imagen” ejerza su fuerza en esta utopía artística de dar la obra sin arrastrar la firma y la imagen del artista. Por ejemplo, Snapchat puso a la disposición de sus usuarios un filtro que permite editar las fotos superponiendo la peluca de Sia a los rostros, por lo que aquella cantante que buscaba mantener el misterio[2] es ahora identificada con la desconcertante peluca. Es decir, aquella sutil estrategia por la que creíamos que se mantenía ajena la producción tanto del rostro como de todo lo que pudiera identificar al artista con su obra, se ve interrumpida cuando otros medios (digitales, periodísticos, etc.) se encargan de hacer dicha unión, pues aun cuando la Sia “cotidiana” se ubique en un paradero desconocido para sus fans, la Sia de la ya famosa peluca blanca y negra es ahora la firma que remite inmediatamente a Chandelier. De esta manera, la hora en el que la obra artística sea gozada plenamente y sin mediación alguna se ve postergada, y es mandada una vez más al rincón en donde descansan los esfuerzos frustrados de los artistas que buscan que la obra sea ella misma. 

 

[1] Brianda López, «En entrevista, SIA confiesa por qué oculta su cara siempre» en Quien.com
 
[2] Clara Hernández, «Lo que las pelucas de Sia esconden» en woman.es
 sia

1 comentario en “Tiranía de la imagen y la peluca de Sia

  1. No podemos descartar el hecho, de que cualquier cosa que se hace con la finalidad de evitar llamar la atención terminara indudablemente haciendo que pase lo contrario, y no es posible mirarlo con ojos de tiranía, si el objetivo principal es diferente al que otros le dan uso, yo creo que ella nunca se desconecto de su publico , todo lo contrario separo su imagen personal y permitió que su imagen publica fuese la que llamara la atención al publico, eventualmente fue necesario revelar su identidad y genero un vinculo mayor a su publico, donde quedaría la tiranía en esto ? , si lo analizamos bien, fue solo una estrategia de marketing bien aplicada, la que le permitió generar un misticismo sobre su imagen, y le ayudo a posicionarse en el mundo de la música.

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