Un monstruo de libro: reseña de “Narrativas bio/necropolíticas”

Bily López, Alejandra Rivera y Gonzalo Chávez (coords.), Narrativas bio/necropolíticas. Voces y discursividades contemporáneas sobre la vida, la muerte y la violencia, México: Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2022.

Aunque no sea de autoría única, hay una narración que atraviesa a todo este libro. Y aunque se trate de una serie de elaboraciones teóricas con un lenguaje académico y bien sustentado en la investigación, podría llegar a leerse como una pieza de literatura; como una suerte de relato no lineal que va desde la crítica a una cierta definición de la vida hasta la emergencia de ésta de maneras inusitadas, sorpresivas, acaso monstruosas. A la vez, no ficcional, sino muy apegado a registros y documentos, se trata de un desarrollo con consistencia y propuesta propia de posicionamiento para ver la realidad. Pero si se logra leer de este modo, es gracias no solamente al bien alcanzado esfuerzo de organización de los textos por parte de lxs coordinadorxs, sino a un trabajo conjunto de quienes participan en la compilación que lleva ya más de 10 años realizándose. Y es que esta obra es resultado de un seminario que efectivamente con esta publicación ha cumplido más de una década si nos remontamos a sus primeros brotes. Pese a que ha cambiado de nombre, de miembros, de sedes, se trata de un pensamiento que se ha ido elaborando colaborativamente por una red de personas interesadas en la comprensión de nuestro presente y nuestra situación local. Habiendo tenido la fortuna y el placer de participar desde hace unos 5 años, escribo esta reseña como una reflexión hacia el exterior, pero también hacia el interior de este grupo permanentemente abierto que hoy se encuentra albergado por la UACM del Valle y la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, alternando las sedes a cada ocasión. 

Narrativas bio/necropolíticas reúne una gran cantidad de pensadorxs, de modo que no solamente participamos quienes asistimos al seminario con regularidad, sino también invitadxs que de manera muy intencional fueron convocadxs para hacer sus propias disertaciones, asumiéndoles como afines con óptimo resultado. Por supuesto, no por casualidad es así, pues algunxs de lxs autorxs fueron profesorxs de otrxs en algún punto, colegas, amigxs, conocidxs y, sobre todo, importantes referencias lxs unxs de lxs otrxs para su trabajo. Es así que bien podemos comprender este libro como un documento, un archivo, registro del tránsito de un pensamiento colectivo, que no le pertenece a nadie, pero que sí le debe a mucha gente e instancias; entre ellas el ya mencionado seminario con el nombre oficial de “Grupo de investigación transdisciplinario sobre bio y necropolítica”, de la UACM, así como el proyecto “Filosofía del lenguaje: más allá del paradigma vigente” de la FFyL, UNAM; pero también vale la pena hacer mención de que bajo esos pretextos administrativos se reúne gente que no solamente puede provenir o haber atravesado tanto de las instituciones avalistas, sino de otras como la UAM, la BUAP, entre otras. No es, además, la primera publicación que surge de este esfuerzo, pues tiene como antecedente, cuando menos, el libro Nomadismos biopolíticos, igualmente colectivo y con varixs de sus autorxs reincidentes.

Si bien es verdad que para este volumen, como para el seminario, hay papeles –entre los cuales lxs coordinadorxs tienen una importancia fundamental, pues han sostenido el seminario a través de los años y nos han convocado a muchxs otrxs–, no se trata forzosamente de funciones, sino aportaciones desde la formación y subjetividad de cada quien, retomando elementos de la filosofía, la antropología, la psicología, el psicoanálisis, la sociología, la historia, la estética, la biologías, la literatura, los estudios culturales, por decir lo menos. E incluso más allá de las aulas universitarias, lo que se pone en juego son también las vivencias. Vale la pena mencionar que desde le experiencia del seminario nos hemos dado cuenta de que la mayor parte, si no es que todxs quienes asistimos, provenimos de zonas marginales de la Ciudad de México: Azcapotzalco, Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Ciudad Nezahualcoyotl, Tlalnepantla, Ecatepec, Los Reyes Ixtacala. Se va así gestando un tipo de pensamiento que está atravesado por todo aquello. No por nada se publicó en este mismo sitio web mismo el manifiesto “Pensar aquí y ahora” hace unos meses, como un llamado para valorar al pensamiento que nace en las calles, la combi, las coladeras. Si bien tiene su importancia y valor colocarse en los hombros de aquellas grandes figuras de la filosofía para alcanzar a ver más alto, también se vuelve necesario ponderar aquellos pensamientos que vienen desde abajo y que alcanzan alturas considerables por su propia potencia. Tal es uno de los objetivos claros del seminario y uno de los ejes que atraviesan al libro aquí reseñado.

Pero quizá una de las cosas más relevantes que hay que mencionar al hablar de este trabajo es que se trata de un pensamiento que se abre, que no quiere quedarse a puerta cerrada como goce erudito y autocomplaciente de académicos cómodos; que desea la crítica porque confía plenamente en que estas reflexiones solamente tienen sentido si se activan con otrxs, con el diálogo, con el desacuerdo y con las divergencias y derivaciones que puedan surgir de ahí. Para quienes les conocemos de cerca, la compilación vale ya de por sí por la reunión de nombres que se encuentran en el “Índice”, entre los cuales están lxs coordinadorxs evidentemente, pero también cómplices confabuladorxs que en 4 apartados, “La vida”, “La muerte”, “La literatura” y “La estética”, cada unx va colocando alguna pieza, como si fuera una estrella en la constelación; como si se supieran y pensaran ya a priori en fragmentos para componer un rompecabezas que se asume sin fin, aunque comprendiendo que se debe ir siempre tejiendo, generando mapas para transitar, para caminar preguntando. 

El relato que atraviesa el libro comienza preguntando qué es la vida a partir de sus formaciones discursivas, dando cuenta de cómo ha intentado ser definida desde hace por lo menos 250 años. Y aunque tal definición aún hoy permanece inacabada, no por ello los efectos de dicho proyecto de delimitación se dejan de sentir y hacerse valer. Esta invención de la vida como problema recae en una reducción de la concepción de la misma por parte no solamente de la ciencia sino de poderes prácticos y ejecutivos. Conlleva ordenamientos y jerarquías, que cuando se unen a un entendimiento funcional con el trabajo y el lenguaje se logra observar y regular. Esta primera parte coloca las bases de una crítica hacia la biología y a la medicina, que en un intento por suprimir toda visión metafísica de su hacer, terminan sosteniendo los paradigmas de la simplicidad y el mecanicismo; y más grave aún, dejando de lado la pregunta acerca de qué es la vida. Este olvido trae consigo también el de las características de autonomía y autopoiesis, así como su complejidad, volviendo al concepto de vida un señuelo fácil de usar desde otros registros con fines específicos como la ecología o discusiones sobre la interrupción del embarazo, sin siquiera tener presente una cuestión acerca de lo que se está considerando cuando se habla de la vida. Pero la vida aún con todo insiste, resiste, aparece pese a todo. Se hace manifiesta. Y entonces la crítica de los primeros dos capítulos se entrelaza con esta otra propuesta de ver la vida. Con una revisión del Frankenstein, de Mary Shelley, y otras figuras del imaginario romántico y vitalista, se nos invita a voltear la mirada hacia una vida que paralelamente, aunque en el mismo periodo histórico, ha sido denominada y tratada como monstruosa. Como aquella criatura espantosa de la novela mencionada, la vida se vuelve política cuando aprende a articular palabras. Más aún, comienza a dejar registros de su existencia. He aquí las primeras líneas de elaboración del andar siempre emergente de este pensamiento grupal que reúne el libro.

La vida, desde esta comprensión, se abre paso aún frente los poderes que pretenden determinarle y que hoy van más allá de aquello que desde la teoría se ha llamado bio y necropolítica. Así, en el segundo apartado del libro se desarrolla la pregunta sobre cómo pensar la muerte en las sociedades contemporáneas. Se levanta entonces desde una crítica a los conceptos de bio y necropolítica, no porque se desee rechazarlos, sino simplemente dando cuenta de sus límites en cuanto a que no alcanzan a describir las formas en que en nuestro territorio se nos aparece la muerte. Nos preguntamos por otras cosas cuando llegamos a este punto, tales como el feminicidio –cuya elaboración conceptual debe ir más allá de su categoría meramente jurídica, aunque no le quitemos importancia a ésta–, la desaparición forzada, el tráfico de órganos, la trata de personas, la precarización laboral, el desplazamiento de poblaciones enteras, el secuestro de migrantes, etc. Vale la pena subrayar que al mismo tiempo se rescatan, no sin una postura analítica, algunas de las nociones y modos de trabajar de Foucault, Agamben, Mbembe, entre otrxs, con tal de aportar algo a sus propias discusiones y términos, pero señalando aquellos huecos sobre aquello que no fue pensado para este contexto. Se trata de una revisión de los vocabularios teóricos para hablar del tema, pero también yendo más allá de éstos para dar testimonio del uso del terror, los regímenes coloniales, así como todo tipo de dominaciones basadas en el género, raza, cultura, lengua, etc. en favor de una especificidad desde una experiencia-otra que sea capaz de sobrepasar las fórmulas o conceptos grandilocuentes que, en su abuso, en ocasiones pueden quedar vacíos de significado y sentido; dando paso a la diversidad y la pluralidad. E insistiendo, por otro lado, en que aquellos señalamientos atribuidos muchas veces al Estado soberano, no solamente no operan en contextos donde la definición de éste es ambigua, porosa o borrosa, sino que quizá nunca existió en pureza alguna esa figura, y de eso dan cuenta sus versiones monstruosas evidentes en los países del así llamado “sur global”, por supuesto jamás abarcable por cualquier intento de denominación generalizada de este tipo.

El tercer y cuarto apartado pasan por un rastreo de cómo se manifiesta en la literatura y el arte de representar la violencia, o más bien de presentarla y hacerse cargo de ello. Algo que resulta digno de mención es que, como en muchos de estos procesos editoriales, en un primer momento se lanzó la convocatoria, de tal manera que cada autorx pudiera desarrollar su aportación de acuerdo a sus propios intereses, y posteriormente, como es común, se tomaron las decisiones acerca del orden y disposición en cierta cantidad apartados; sin embargo, lo curioso es que, de una manera orgánica, en realidad dos de estas secciones podrían bien ir juntas, es decir, “La literatura” y “La estética”, puesto que la primera podría sin problema ser asimilada como parte de la segunda. Lo que quiero decir es que, como una tendencia inconsciente, varixs de lxs autorxs no nos quedamos en la crítica ontológica y social sobre la vida y la muerte, sino que hay un momento en que se empiezan a buscar salidas, y entonces se llega al arte. En “La literatura” se da cuenta de cómo las diferentes formas de violencia contemporánea quedan grabados en la escritura, a veces incluso con una dosis de humor ácido que sirve como reclamo al mismo tiempo que se infiltra en el lenguaje del enemigo para exponerle y recalcitrarle desde dentro. La premisa es que exhibir los dispositivos, mecanismos o artilugios de la necropolicía o el machismo, nos pueda ayudar a re-politizarnos, principalmente, sobre la comprensión de que no puede ser sino una apuesta colectiva lo que nos devuelva la posibilidad de re-dicursivisarnos, ahora bajo nuestros propios términos. Se trata de recordar lo que somos, lo que éramos y lo que deseamos ser, como un acto narrativo. Pero, por supuesto, asumir la indeterminación y la apertura total al devenir no quiere decir que no podamos hacer cosas y menos aún que estemos imposibilitadxs de contarnos cosas entre nosotrxs. Tal es el desafío de las letras de acuerdo con el modo en que es asumido tanto en este apartado como en el libro y sus correlatos extra-textuales de los que ya hemos hablado arriba.

El último apartado está compuesto por reflexiones que giran en torno a expresiones que tienen que ver con el campo del arte contemporáneo en su sentido más amplio. Entramos en terrenos fangosos, es cierto, donde lo importante es que se plantean a otro tipo de preguntas sin respuestas, se abren más cosas de las que se cierran. Y esto es tomado de la manera más afortunada, mostrando cómo es posible hacer uso de los medios públicos para visibilizar las violencias que tienen nombre y apellido, así como valiéndose también de todo tipo de materialidades, para dejar rastros, para seguir huellas, mapear para articular ya no solo argumentos, sino acciones, sucesos, fuerzas, movimientos. En un abatimiento de la división entre subjetividad y objetividad, lo que se pone en juego son objetos diversos que se engarzan con discursividades, es verdad, pero también con sensibilidades y configuraciones, en su propia posibilidad de consistencia, reaccionabilidad, conexiones, transformaciones, movilidad. En este nivel se desarrolla una genealogía objetual de la violencia en donde todxs estamos involucradxs con todo lo que hacemos, es decir, no desde afuera, pero que al mismo tiempo tiene la doble cara de que al mostrarlo quizá podamos tener alguna agencia en ello. Al final, sería una suerte de invitación a tragarnos nuestra propia historia y estilo de vida actual, para rumiarles y expulsarles de otro modo en todo caso; como una exhortación a negociar con el miedo a notroxs mismxs, con aquellos rechazos de lo que se ha considerado como anormalidad, monstruosidad, lo que simplemente hemos cerrado los ojos o, más aún, lo que hemos querido desaparecer; dar voz y hacer aparecer a esos fantasmas que nos persiguen, no con otro afán sino tan solo para comprender la vida, esta vida que hemos construido y de la que somos parte activa.

Si en el título he retomado la figura del monstruo, a pesar de las posibles interpretaciones negativas (si alguien no lee el texto completo), igualmente hace referencia a que, como el engendro del Dr. Frankenstein, es una composición heterogénea que cobra vida por sí misma, y en su andar probablemente nos diga más sobre nosotrxs mismxs, que si intentáramos cualquier elucubración subjetiva unidimensional. Esta criatura colectiva quizá apenas comienza a articular sus primeros gruñidos, tan salvajes como arriesgados. Acaso pronto tendremos más noticias.

*Una versión previa de este texto fue más o menos improvisada en la Presentación de este libro llevada a cabo en el XXI Congreso Internacional de Filosofía, de la Asociación Filosófica de México, en la Universidad de Guanajuato, el 7 de noviembre de 2023.

Categorías Monstruo, Notas

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